Un proyecto inclusivo y divertido para niños con y sin diversidad funcional
Este año nos hemos “comido la mona” todos juntos. Del 10 al 14 de abril ha tenido lugar en la vecina localidad de Novelda, concretamente en el CEIP Jorge Juan la escuela inclusiva de pascua. Hemos trabajado casi cien personas entre niños, monitores, coordinadores, profesionales especializados, etc. y nos lo hemos pasado “pipa”. Hemos cantado, bailado, jugado, hemos hecho manualidades, pintado con ceras, acuarelas, pinturas, rotuladores, pintura de manos, purpurina, hemos decorado huevos de pascua, hemos hecho caretas de animales y sobre todo hemos aprendido muchísimo.
Un aprendizaje sobre el medio ambiente y la inclusión social
Lo más importante y fundamental que hemos aprendido ha sido a cuidar del medio ambiente y todo lo que nos rodea. Que no hay que tirar basura en las calles, que nuestros montes y playas tienen que estar limpios, que la basura hay que reciclarla en los contenedores que hay dispuestos para ello según el tipo de basura y el color del contenedor.
Esta escuela estaba formada por unos 70 niños de edades comprendidas entre los 3 y los 16 años neurotípicos y con diversidad funcional, intelectual, física y/o sensorial. Se han beneficiado los niños y sus familias todos ellos residentes en el municipio de Novelda.
El principal objetivo de este proyecto era que todos pudiésemos mantener y adquirir la máxima funcionalidad dentro de nuestras capacidades a través de las actividades que hemos ido desarrollando a lo largo de los cuatro días con el apoyo de profesionales con la formación adecuada para este fin. A través de actividades lúdicas, dinámicas y divertidas hemos podido llevar a cabo todas las tareas, independientemente de la capacidad física o intelectual de cada uno de nosotros.
Un proyecto financiado por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas
Esta Escuela de Pascua se ha realizado gracias a unas subvenciones de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana y se ha dado carácter prioritario a las familias más necesitadas del municipio, dándose prioridad, en primer lugar, a las familias con menores con alguna diversidad funcional, a continuación, las familias derivadas de servicios sociales y por último las que cumplían con los requisitos exigidos por la Conselleria para la subvención.
¿Cómo fue la experiencia en la Escuela inclusiva de Pascua?
El primer día que llegamos nos sentaron en un círculo a todos y nos presentamos; los más pequeñines no querían entrar, estaban como asustados, pero al minuto de estar allí ya estábamos todos contentísimos. Cada uno íbamos presentándonos, diciendo nuestro nombre y los monitores nos dividieron por equipos de colores. Había muchos equipos y los colores eran chulísimos amarillo, rojo, verde, azul, morado, naranja…
Posteriormente nos sentamos en nuestra silla y esta sería la misma durante todas las jornadas de la escuela, no podíamos cambiarnos de sitio ni de grupo.
Ese día hicimos juegos tradicionales, se jugó al futbol, y a última hora incluso hicimos relajación.
Los días sucesivos fueron todos distintos, comenzábamos sentados en círculo, nos volvíamos a presentar, pero ahora nos preguntaban el nombre del compañero de al lado para que nos termináramos de conocer todos y podernos llamar por nuestros nombres de pila.
Y así, sucesivamente fueron pasando los días, plantamos hasta lentejas para que creciera la planta y así llegamos al viernes, el último día de clase. Íbamos todos muy contentos porque los monitores nos habían dicho que íbamos a tener una fiesta. Como estos “profes” eran tan “chulis” nos contaron un “super cuento” en el que cuando se mencionaban las palabras mágicas, que previamente nos habían dicho las hadas, todos teníamos que interpretar y dar forma a esa palabra, sensación o emoción. Fue todo “super guay” y además para que veáis que eran geniales, algunos profes formaron hasta su propio grupo musical con guitarras, cajones y cantamos todos juntos canciones después de almorzar. Para almorzar por supuesto que todos llevamos una mona de pascua. Había monas grandes, pequeñas, con huevo, sin huevo, la verdad es que había algunas, que las habían cocinado las mamis, y eran auténticas maravillas.
Y ya para finalizar fue la “bomba” nos dieron un diploma a cada uno para llevárnoslo de recuerdo, a cada grupo se lo entregaban sus monitores y nos iban llamando por el micrófono e íbamos saliendo de uno en uno a recogerlo.
Salimos todos muy contentos y le dijimos a los papis que a la próxima escuela inclusiva queríamos volver.
Así que yo no me la voy a perder, ¿te la vas a perder tú?
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